Xavi y Raül piensan que al contrario de lo que el diseñador Raymond Loewy decía en su libro autobiográfico de 1951, lo feo sí se vende.
Según ellos, el papel didáctico del diseñador consiste en reivindicar el lado funcional de su profesión, una profesión demasiado ligada a la estética, concebida por el público general como hacer bonito lo feo, cuando realmente es mucho más compleja y conlleva la responsabilidad de lograr que la estética sea funcional.